Se configura como un conjunto de alto valor patrimonial por su excelente estado de conservación y por ser testimonio de las prácticas culturales, funerarias y residenciales del campesinado medieval en el ámbito rural de Burgos.

La necrópolis rupestre, situada en una pequeña afloración rocosa, tiene una superficie estimada de 2.000 metros cuadrados, y en ella se han documentado unas 140 sepulturas de diferentes tamaños.

El tipo más habitual de enterramiento es el de tumba antropomorfa supuestamente para los hombres y, en menor medida, el de bañera y amigdaloide, que parecen estar destinadas a enterramientos infantiles o femeninos.